11 de Diciembre de 2017
No es casual que en el fin de semana que se celebró el Día Mundial de los Derechos Humanos, el Frente Ciudadano por México se haya registrado como coalición ante el Instituto Nacional Electoral (INE), ahora bajo el nombre de Por México, Al Frente. Aunque se quitó el “ciudadano”, los partidos coaligados siguen considerando a los ciudadanos el corazón de su propuesta y el adjetivo se retiró sólo por la inconveniencia electoral de que podía favorecer publicitariamente a uno de los partidos participantes, Movimiento Ciudadano (MC), pues, aunque se postule a los mismos candidatos, se votará por partido.
En las elecciones de 1988, uno de los partidos integrantes del Frente Democrático Nacional (FDN) se vio favorecido por llevar el nombre “cardenista”, cuando el candidato era precisamente el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Los partidos coaligados darán el 50% de candidaturas a los ciudadanos y éstos estarán integrados en los principales órganos de reflexión y formulación de propuestas del Frente. Habrá ciudadanos así como dirigentes de organizaciones no gubernamentales en la Comisión de Coordinación Política y en las coordinaciones estatales, responsables de evaluar la marcha de la campaña y, sobre todo, de incorporar soluciones y propuestas surgidas de la sociedad civil y de las regiones. Es cierto que el candidato a la Presidencia de la República no será ciudadano sino panista, por el mayor peso de ese partido. Se intentó buscar candidatos o candidatas sin militancia partidista que atrajeran y sumaran el voto de los simpatizantes de los tres partidos integrantes, todos con las tensiones internas propias de partidos vivos y competitivos. No se logró por muchas razones que serían tema de otro artículo —y lamento que Miguel Ángel Mancera no participara de ese proceso—, pero se consiguió lo más importante: contra todo pronóstico preservar y registrar la coalición, acordar sus documentos, negociar la proporción de las candidaturas y los procedimientos para llevar adelante la campaña.
El Frente tiene varios orígenes: la propuesta de Miguel Ángel Mancera, de formar un Cuarto Polo y las reuniones que llevó a cabo con gobernantes independientes y partidos. Las experiencias electorales de alianzas por gubernaturas en las que en la mayoría de los triunfos, la suma de votos del PAN, del PRD y de MC fueron fundamentales y viceversa: derrotas en las que la falta de alianza fue determinante. Pero un tercer origen fue la extraordinaria experiencia de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, en la que fuerzas que tradicionalmente son descritas como “agua y aceite” lograron acordar una Constitución de avanzada.
Estoy convencida de que para la formación del Frente, más importante que la experiencia de la negociación en la Constituyente, de la obligación de escuchar al otro, del mandato de audiencias públicas extensas, del ejercicio de ceder y presionar, fue el de imaginar cómo hacer efectivas las propuestas de los artículos 1º y 4to constitucionales, reformados en 2011, pero cuyos mandatos revolucionarios no habían dejado las páginas de la Constitución federal para incorporarse a la vida diaria de los ciudadanos mexicanos. La iniciativa enviada por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y resultado del esfuerzo de intelectuales, académicos, parlamentarios, activistas de longa data y novatos, tuvo el mérito de imaginar una posible traducción de los derechos consagrados en el artículo primero a la práctica cotidiana de gobierno y capitalinos.
Por ello, fue una feliz coincidencia que el registro de la coalición y el lanzamiento de las primeras precandidaturas —a la Presidencia de la República, por Ricardo Anaya, y a la Jefatura de Gobierno, por Alejandra Barrales, Armando Ahued y Salomón Chertorivski— se dieran el fin de semana que se celebra el 69 aniversario de la aprobación por las Naciones Unidas de la Carta Universal de los Derechos Humanos. Porque es la convicción de que los derechos humanos son inherentes a los seres humanos, lo que ha permitido que el Frente sea algo más que una mera conveniencia electoral para sumar votos. El diagnóstico de un Estado lamentable en México en cuanto al cumplimiento de los más elementales derechos y el convencimiento de que existen experiencias y ejemplos de que su cumplimiento no es una utopía inalcanzable es lo que ha hecho posible que se “resignifique” un centro en el que coincidan izquierdas y derecha. Los tres partidos tienen perfiles y propuestas propias, pero los tres coinciden en que hay que construir rápidamente las condiciones físicas, políticas y jurídicas para una vida digna para todos y cada uno de los mexicanos.
Por ello, la propuesta de Ingreso Básico Universal contenida en los documentos programáticos y expuesta en forma estupenda por Ricardo Anaya en el anuncio de su candidatura está en el centro del programa de la coalición. Y nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y fb.com/ceciliasotog
Deja una respuesta