TLCAN: infaltables cultura y derechos laborales

24 de Julio de 2017

En su carta al Congreso estadunidense sobre las prioridades para las próximas negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el representante comercial de Estados Unidos repite el argumento del aumento del déficit comercial de ese país y la pérdida de empleos manufactureros como las razones fundamentales para modificar el Tratado.

Ya se ha argumentado cómo la mayor parte de la pérdida de empleos de sectores manufactureros en Estados Unidos no se debe tanto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte como al hecho de estar en una transición tecnológica, que hace obsoletos en ciertas ramas por la robotización o porque ya no son necesarios y crea otros que beneficiarán a profesionistas diferentes de los que perdieron el empleo.
En cuanto al déficit comercial es un indicador sumamente burdo e imperfecto del éxito o fracaso económicos de un país.

Va un ejemplo. Con el TLCAN, los principales distribuidores estadunidenses de películas acapararon las pantallas en los cines mexicanos. Antes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, 50 mil familias mexicanas vivían de la industria del cine. Un cuarto de siglo después, son sólo cinco mil familias, a pesar de que hay más salas de cine y, sobre todo, a pesar de que ahora se ha cuadriplicado las cantidad de películas que se producen en nuestro país. Pero más del 30 por ciento de las películas mexicanas no alcanzan a ser exhibidas porque no hay pantallas libres: éstas están saturadas en un 90 por ciento por filmografía americana. Y las pocas películas mexicanas que logran exhibirse lo hacen por periodos muy cortos. ¿Aparecen estas cifras en el déficit comercial que tanto le molesta al señor Trump? ¿Se cuentan los trabajadores estadunidenses de la industria del cine que conservan sus empleos gracias al mercado mexicano?

TLCAN

Mientras que Canadá protegió sus industrias culturales, México no lo hizo. No me detengo en el debate sobre el condicionamiento cultural que causa la falta de diversidad en las pantallas mexicanas, acaparadas sólo por los filmes de Hollywood, sino en el hecho de que las cifras argumentadas por Washington no revelan toda la verdad sobre la profundidad de la inversión estadunidense en México. Leo esto en la Carta de Lighthizer: “Establecer reglas que reduzcan o eliminen las barreras a las inversiones estadunidenses en todos los sectores de los países integrantes del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte)”, y pienso en Wallmart que domina, por lo menos, el 70% del mercado de menudeo en México. Esas cifras no son sanas.

En lo que sí estoy de acuerdo de la Carta de Lighthizer es en la inclusión de la agenda laboral como parte integral del tratado y no como uno paralelo. Esto obligaría a la participación de los trabajadores y sus organizaciones en las audiencias, consultas y negociaciones en “el cuarto de al lado” y repararía uno de los más grandes errores de las negociaciones originales: basar el atractivo del país en la mano de obra barata. Si se pensó que “con el tiempo” los salarios del sector exportador mejorarían y esto tendría un efecto contagio en los demás sectores, ya se vio que nada de esto sucedió. Los salarios de trabajadores de manufactura especializada son relativamente modestos y los de los trabajadores que ganan entre uno y dos salarios mínimos, son los más bajos del continente.

En marzo y mayo pasados, nos hemos reunido en Washington, en la sede de la central sindical AFL-CIO, líderes sindicalistas y otros participantes convencidos de la centralidad de la organización de los trabajadores. Estas reuniones han sido convocadas en Estados Unidos y Canadá por la coalición Change to Win, organización de grandes sindicatos que se ha distinguido por encabezar la lucha por el aumento al salario mínimo en Estados Unidos a 15 dólares la hora. La posibilidad de negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con mejores condiciones para los trabajadores de los dos países, especialmente México, ha llevado a un acercamiento entre Change to Win y la organización de la cual se escindió en 2005, la otrora poderosa AFL-CIO.

Por parte de México, hemos asistido representantes de la Unión Nacional de Trabajadores, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, de Por México Hoy, y legisladores y dirigentes del Partido de la Revolución Democrática, periodistas y dirigentes de organizaciones de la sociedad civil. Hemos acordado una agenda común para las representaciones sindicales de los tres países que concuerden que no puede haber una renegociación del Tratado que ignore a los trabajadores y que perpetúe la oferta de mano de obra barata como principal “ventaja” de México para atraer inversiones. Hay que tomar nota, secretario Guajardo. Nos vemos en twitter: @ceciliasotog y facebook.com/ceciliasotomx.

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