Cuando el vecino tiene al peor Presidente del mundo

31 de Julio de 2017

Aunque es cierto que el concurso para el título del peor Presidente del mundo parece saturado de candidatos, no tengo duda de que lo gana el actual ocupante de la Casa Blanca. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, es un fuerte contendiente, pero su gobierno es sólo algunos grados más malo que el de su antecesor, Hugo Chávez, por tanto no tiene méritos originales.

El presidente filipino, Rodrigo Duterte, es otro fuerte candidato, pero su ruindad sólo afecta al sufrido pueblo filipino. El junior de Corea del Norte puede provocar que el mundo vuele en pedazos, pero no es Presidente, sino un dictador.

Podemos no estar de acuerdo con las ambiciones y acciones imperiales y autoritarias de Vladimir Putin pero tiene un gobierno funcionando. Presidentes o mandatarios como Enrique Peña Nieto o Michel Temer (Brasil), pertenecen a una liga menor de mandatarios incompetentes; su incompetencia puede tener efectos desastrosos como es el caso de la política de seguridad del presidente mexicano, pero su capacidad de hacer daño es menor.

Pero a seis meses de asumir la Presidencia, la Casa Blanca de Donald Trump es un caos. En este corto lapso ha dinamitado las alianzas que garantizaron la paz en la posguerra, ha convertido la destrucción del legado del expresidente Obama en su principal objetivo de gobierno y ha hecho de su vecino al sur, tan importante para su seguridad, un blanco constante de escarnio y ataques.

¿Qué se puede hacer cuando la nación vecina y tu principal socio comercial está gobernada por el peor Presidente del mundo? Como con las glorietas: darle la vuelta. Saludarlo de lejecitos y no exponer nuevamente al Presidente y, por tanto, a México a un fiasco como el de Hamburgo. El señor Trump no tiene remedio. Las influencias que podían equilibrarlo, como se esperaba del matrimonio Jared Kushner/Ivanka Trump están debilitadas. El conjunto de generales experimentados y notables en los puestos de Defensa, Seguridad Interior (cambiado ahora a jefe de Gabinete de la Casa Blanca) y Consejo de Seguridad Nacional, ha sido incapaz de contener a Trump. La constante baja en la popularidad del Presidente acentúa su inseguridad y la búsqueda obsesiva de aprobación por la minoría que lo eligió. Por ello, la insistencia con el muro, las órdenes ejecutivas endureciendo la política contra los migrantes, sus ataques a la prensa liberal.

Que Los Pinos y la Secretaría de Relaciones Exteriores se olviden de cualquier posibilidad de que los presidentes se visiten. No vale la pena y no pasa nada si las tradicionales visitas de trabajo o de Estado no se realizan. Y mucho de negativo pasaría si se insiste en visitas mutuas o se repite el error del G20: buscar encuentros bilaterales con alguien que en vez de palabra de honor tiene cuenta de Twitter. En cambio, hay que multiplicar el trabajo y los contactos con aquellas áreas de gobierno en las que los equipos profesionales prevalecen. Tal es el caso obvio de las negociaciones para actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), temas de seguridad, frontera, diplomacia, etc.

TrumPeña

México es uno de los líderes de la iniciativa para lograr un Pacto Global sobre Migración Segura, Regulada y Ordenada, que se negocia en la Organización de las Naciones Unidas, una propuesta promisoria que busca fortalecer los instrumentos y compromisos internacionales para proteger a los migrantes. Por ello, hay que perder cualquier ilusión de que Estados Unidos con Trump en la Presidencia firmarán este acuerdo. Tener presente esta imposibilidad —no importa lo que digan los angustiados diplomáticos estadunidenses— impedirá que el pacto se diluya y baje de calidad con tal de conseguir el apoyo estadunidense.

Pero más allá de las áreas en las que sea posible trabajar de gobierno a gobierno, lo importante es intensificar todo el abanico de relaciones que existe, en particular, la diplomacia parlamentaria: no sólo de legisladores mexicanos con sus homólogos estadunidenses, sino de expertos, académicos, sindicalistas, activistas, influyendo e informando al Congreso estadunidense. Esto será positivo no sólo para los asuntos importantes para México, sino también para fortalecer al Poder Legislativo mexicano, demasiado sumiso al Poder Ejecutivo. Hay caos en la Casa Blanca, pero oportunidades en el Congreso. Nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y fb.com/ceciliasotomx.

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