10 de Julio de 2017
En noviembre de 2014, cuando el entusiasmo por las reformas estructurales del Pacto por México, especialmente la apertura del sector energético, le ganaban a nuestro país los titulares más elogiosos de la prensa especializada, Dani Rodrik, profesor destacado de la Universidad de Harvard, aconsejaba cautela y menos entusiasmo: “La incapacidad para crecer de México continúa siendo un enigma, para el cual no existe una respuesta simple. Es improbable que una estrategia única en gran escala —ya sea la apertura del sector petrolero, la mejora del acceso a las finanzas, la lucha contra la informalidad o la modificación de la política industrial— logre abrir las puertas a un crecimiento rápido con una base amplia. Esta incertidumbre resalta la necesidad de un gobierno ágil y receptivo que pueda actuar simultáneamente en diversos frentes, aprender sobre los problemas que enfrenta la economía real y responder de manera pragmática”.
Aprovechando la presencia del académico en el Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Economistas celebrado en nuestro país, Rodrik dictó una conferencia en la Cámara de Diputados invitado por iniciativa del diputado Vidal Llerenas y del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas. La conclusión a la que llegó es la misma del párrafo que cité: no hay atajo fácil para el crecimiento económico sostenido. No hay instrumento mágico: Tratado de Libre Comercio renovado o renuncia a éste, Zonas Económicas Especiales, lucha contra la corrupción, mejora del entorno institucional, que por sí solo pueda garantizar un crecimiento durable y equilibrado. Y no es posible a estas alturas replicar las cifras espectaculares del crecimiento estabilizador de los años 50 y 60, simplemente porque la industrialización inicial ya se dio y el tipo de desarrollo industrial actual, incentivado por las exportaciones, paradójicamente ha disminuido la productividad general de la economía, pues los empleos que se pierden en sectores afectados por la apertura comercial se reponen, mayoritariamente, con empleos baratos en el sector servicios.
Mientras que la productividad en el sector exportador específico, por ejemplo el automotriz o el de electrónica, crece de manera satisfactoria, su tamaño limitado comparado con los 53 millones de la Población Económicamente Activa, no alcanza a compensar la baja productividad nacional. Tomo de un excelente estudio de Alex Covarrubias y Alfonso Bouzas, publicado por la Friedrich Ebert Stiftung, las cifras del sector más dinámico de la economía mexicana, el automotriz. El empleo directo en el sector automotriz alcanza los 700 mil trabajadores (cifras de 2014); representa aproximadamente el 22 % del empleo en el sector manufacturero y ya emplea a más trabajadores que el sector alimentos. Y sin embargo, los salarios han bajado. Los salarios en el sector más dinámico de la economía mexicana son los más bajos en los 20 países más importantes en la fabricación de autos. Entre 2007 y 2013, el salario (sin prestaciones) bajó de 3.95 dólares a 3.6 dólares diarios. Imagine usted el impacto de la depreciación actual.
Rodrik criticó también la “fetichización de la innovación tecnológica”. Aunque necesaria y espectacular en casos como el Valle del Silicio en Estados Unidos, la política de incentivar las startups ha tenido resultados interesantes en Jalisco y, sin duda, hay que promoverla. Pero, precisamente, por su especialización tecnológica no generará empleos masivos. Éstos están en las actividades internas que pueden satisfacer las necesidades básicas de los mexicanos: casa, alimentos, vestido, educación, transporte eficiente, servicios públicos. Y agrego yo: el prerrequisito para romper uno de lo principales obstáculos al crecimiento es el aumento al salario mínimo inhumano e indecente que tenemos en México.
En un ambiente de incertidumbre internacional y de cambio tecnológico acelerado, parece adecuada la recomendación de Dani Rodrik: un gobierno “ágil y receptivo” y, sobre todo, pragmático, que esté en frecuente diálogo tanto con los empresarios —para identificar las oportunidades de crecimiento— como con la sociedad civil protagonista de muchas de las iniciativas de fortalecimiento institucional que se requieren.
¿Quién le parece que pueda tener estas características de pragmatismo, capacidad de diálogo y no estar casado/a con sus ideas? Nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y fb.com/ceciliasotomx.
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