24 de Abril de 2017
Las elecciones presidenciales de México en 2018 bien pueden parecerse a la primera ronda de las elecciones francesas. No se parecen en el tipo de polarización ideológica que aqueja a la patria de Voltaire, pero sí en el hecho de que, probablemente, serán disputadas por muchos candidatos.
En Francia fueron 11 para ser precisos, cuatro de ellos muy competitivos. Comparten también el hecho de una izquierda dividida por una nueva izquierda que reclama para sí el título de “verdadera”. En Francia y en México crece el repudio al establishment político tradicional y, por tanto, las oportunidades para candidaturas fuera del sistema como es el caso de Emmanuel Macron, quien dejó el Ministerio de Finanzas para fundar un nuevo partido En Marcha y ganar la primera vuelta presidencial.
En Francia la fragmentación del voto se corrige gracias a la segunda vuelta que permite conocer el peso de cada una de las principales opciones, lo que conduce a negociaciones y al esfuerzo de los partidos perdedores para convencer a sus militantes y simpatizantes para favorecer la mejor opción. Como la segunda vuelta se realizará entre el candidato centrista Emmanuel Macron y Marine Le Pen, la candidata del Frente Nacional, de extrema derecha al cuadrado, tanto los candidatos de derecha republicana como François Fillon, como Benoît Hamon, del Partido Socialista, inmediatamente llamaron a votar por Macron en la segunda vuelta. La excepción ha sido Jean-Luc Mélenchon, del nuevo partido de nombre insuperable, La Francia Insumisa, de extrema izquierda que a la hora de escribir este artículo no ha reconocido los resultados electorales y que coincide con demandas programáticas de Trump y Le Pen, como el llamado a salirse de la Unión Europea y de la Otan. Pero no todo es coincidencia con la derecha, Mélenchon, quien ha hecho la campaña más audaz en redes sociales, tiene políticas fiscales, ambientalistas y de migración que han sido apoyadas masivamente por los jóvenes.
Al programar la votación para la Asamblea Nacional más de un mes después de la primera vuelta, esta opción electoral salva la principal crítica que se hace en México a la segunda vuelta: que la coalición que se puede formar en torno a la figura presidencial no tendría correspondencia en el Legislativo. En Francia, con algunas excepciones, y con toda razón, serán todos contra Marine Le Pen y su programa xenófobo y anti Unión Europea. Por tanto con todo y que varias de las propuestas del probable ganador Emmanuel Macron son impopulares, como reducir en 150 mil empleos el sector público y recortar beneficios laborales y de jubilación, es probable que consiga la coalición política y legislativa para llevarlas a cabo.
En México no hay segunda vuelta porque el PRI la ha saboteado desde hace 20 años y ahora que coquetea con la idea, por el temor que le inspira el crecimiento de López Obrador, no hay tiempo de implementarla. Así que seguiremos como hemos estado: la primera vuelta la llevan a cabo las encuestadoras. No será el voto del elector el que mueva la preferencia de los indecisos o partidarios del voto útil hacia las dos opciones más competitivas, sino las encuestadoras que desde la elección del 2000 se equivocan con todo rigor y puntualidad.
Para el 2018 no descarto una elección a cuatro: el PRI con la novedad de su voto duro erosionado y en alianza con PVEM, Nueva Alianza y Partido Encuentro Social; Acción Nacional con alguno de sus tres precandidatos, Morena con López Obrador y un cuarto polo con el PRD, quizá Movimiento Ciudadano y otras fuerzas independientes.
Por supuesto tengo una opinión sesgada: no soy militante del PRD, pero me parece una izquierda más moderna y audaz en sus ideas y propuestas que el programa demócrata cristiano de López Obrador. De hecho el PRD es la única fuerza que sin gobernar ni mucho menos tener mayoría, ha cambiado los términos del debate en el país y ha influido en las políticas públicas de todos los partidos que llegan a gobernar, local o nacionalmente.
Véase el caso del salario mínimo: este 1 de mayo se cumplirán tres años de su lanzamiento por parte del jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, para desvincularlo de mas de dos mil reglas que impedían su crecimiento. Aunque ya se logró lo primero, es decir que deje de ser referencia para créditos, multas, etc., su crecimiento todavía es insuficiente, pero ya nadie argumenta que hay que dar salarios de hambre para “ser competitivos”. Véanse también las campañas del Estado de México, las propuestas para pagar el trabajo no remunerado y reconocer la economía del cuidado, son las implementadas por el gobierno de la Ciudad de México e inscritas en la Constitución recién aprobada.
En el 2018 habrá elección a tercios o cuartos; en cualquiera de las dos opciones, el PRD puede, por lo menos, hacer al ganador, así que perredistas y no perredistas: trátenlo con cuidado, s’il vous plaît. Y nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y en fb.com/ceciliasotog
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