Traduje una estupenda columna de Clovis Rossi, uno de los mejores analistas políticos de Brasil que ayudará a entender el fenómeno Bolsonaro.
BRASIL SE TORNA UN DESIERTO DE LÍDERES POLÍTICOS
Clovis Rossi* (columna original en Folha de São Paulo, 22 de octubre)
El tsunami que arrasó en las urnas al mundo político transformó a Brasil en un desierto de líderes políticos como nunca se había visto.
Incluso durante la dictadura, con las sucesivas oleadas de pérdida de mandatos y suspensiones de derechos políticos, sobrevivieron figuras como las de Tancredo Neves y Ulysses Guimaraes, a las cuales se sumarían los que harían la historia del periodo democrático.
Incluso con un régimen dominado por los militares, los civiles pro dictadura tenían un cierto peso electoral, como Antônio Carlos Magalhaes y Paulo Maluf.
Ahora, la versión brasileña del “que se vayan todos” argentino logró que casi todos los precedentes se esfumasen. Si las urnas confirmasen las encuestas, solo quedó Jair Bolsonaro.
Pero la durabilidad de ese tipo de líder de cuál será el elemento predominante en su victoria. Si fue el antipetismo, su misión se habrá cumplido el domingo 28 y será descartable. Para evitar su desdibujamiento tendrá que recurrir a realizaciones en dos áreas especialmente complejas como son el crecimiento económico (con la consecuente reducción del desempleo) y el control de la violencia.
Pero si el componente principal fue la recurrente búsqueda de los brasileños (y de los latinoamericanos en general) de salvadores de la patria, hombres del destino,ahí si puede ser que surja otro caudillo a aumentar la lista.
En ese caso, la paciencia del público suele ser más duradera.Lo habitual es que una buena parte del público entregue su destino a un líder y se vuelva a su casa, a la espera de queél haga lo que de él se espera. Sólo más adelante, si no cumple como se espera, la gente vuelve a las calles o a las urnas para destronar al presidente en turno.
El problema para Bolsonaro es que no parece tener las cualidades que hicieron de otros caudillos militares fenómeno duraderos. Pienso, por ejemplo, en el argentino Juan Domingo Perón y en el venezolano Hugo Chávez.
En 1992, Chávez ya era teniente coronel cuando intentó el golpe que fue la catapulta que lo llevó a la fama, incluso después del fracaso y la prisión. Bolsonaro nunca pasó de capitán.
A los 35 años, Perón ya era miembro del Estado Mayor del Ejército y profesor de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra. Bolsonaro nunca llegó ni cerca de esos logros.
Su estatura, por tanto, se da más bien por el vacío en torno a él que por sus eventuales cualidades.
Resumen del desierto, partido por partido (los principales):
PT: Dewjó de ser un partido para transformarse en una secta de los adoradores de Lula. Él está preso, cumplirá 73 años en la víspera de la segunda vuelta y hay más probabilidades de que reciba nuevas sentencias condenatorias de que sea liberado.
O el PT se re orienta o corre el riesgo de repetir el guión de la secta “Templo de los Pueblos” cuyo líder Jim Jones, condujo a sus seguidores al suicidio colectivo en 1978.
No basta decir que Fernando Haddad fue por lo menos a la segunda vuelta y por tanto sería un líder en ascenso. Cuando su coordinador de campaña Jacques Wagner dice que Ciro Gomes sería mejor candidato que Haddad, le da el beso de la muerte.
Quedan, claro, el propio Wagner y los gobernadores nordeste o reelectos. Pero es necesario recordar que el Nordeste reúne apenas a una cuarta parte de los electores y realmente no tiene peso político nacional relevante. Tanto así que todos los presidentes pos redemocratización tenían su base pol é nel sureste con la excepción de José Sarney, que llegó a la Presidencia por suerte. Fernando Collor, gobernador de Alagoas, ganó en su momento por representar una “novedad” aunque resultara falsa.
PSDB.- Se acabaron Geraldo Alckmin, Aécio Neves y José Serra. Queda, si gana la gubernatura de São Paulo, Joao Doria quien no tiene nada que ver con el PSDB original. Transformará al partido en un apéndice del bolsonarismo.
Alckmin requerirá de mucha valentía para oponerse a la candidatura a la reelección de Bolsonaro si quiere continuar con su obsesión de ser candidato a la Presidencia. No parece ser el tipo de político con la fuerza para enfrentar un desafío como ese.
MDB.- Siempre fue una confederación de caciques regionales. Buena parte de ellos fue derrotada. El rechazo a Michel Temer ayuda a clava rel último clavo en el ataúd del partido por lo menos en términos de ambiciones presidenciales y de peso político.
PDT.- Ciro Gomes perdió tres elecciones presidenciales. Los “ciristas” más fieles dirán que Lula también perdió tres y resucitó a la cuarta. Pero Ciro demostró en esta como en las elecciones pasadas que su techo es mucho más bajo que el de Lula.
Rede.- Marina Silva tuvo menos que Cabo Daciolo (1%).
Por tanto, Brasil pasa de la mediocridad de su mundo polìtico para el desierto. Los optimistas dirán que hay ausencias que llenan una laguna. ¿Sobran los optimistas en estos tiempos sombríos?
*Clovis Rossi, integrante del Consejo Editorial de Folha de São Paulo y Premio Maria Moors Cabot. Uno de los analistas más agudos.
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