AMLO garantiza impunidad; Anaya, justicia

28 de Mayo de 2018

“Del plato a la boca, se cae la sopa” refrán popular El intelectual más original y agudo de este país, el que más admiro, Gabriel Zaid, ha anunciado que votará por quien vaya en segundo lugar “aunque sea Anaya”. Es decir, si bien no todo le gusta de Ricardo Anaya, lo prefiere a Andrés Manuel López Obrador. De su crítica a Anaya hay cosas que no se pueden cambiar: su físico (“parece estudiante”). Las otras objeciones reflejan uno de los mayores retos de la campaña de Por México Al Frente, dar a conocer más y mejor a su candidato.

Yo votaré por Ricardo Anaya sin el “aunque”. Y una de las principales razones es el compromiso del candidato y de quienes integramos el Frente de combatir la corrupción. Este compromiso ya se ha probado antes de las elecciones: con nuestros votos en la Cámara de Diputados logramos impedir el nombramiento de Raúl Cervantes, el Fiscal Carnal, como procurador/fiscal general por 9 años. El descubrimiento del la Operación Zafiro, montada por el PRI en Chihuahua y desarticulada por el gobernador panista Javier Corral, con el caso contra el exsecretario general adjunto del PRI, Alejandro Gutiérrez Gutiérrez y otros cuatro funcionarios, permitió evidenciar, por primera vez, no sólo el saqueo de recursos públicos a través de empresas fantasmas, sino su destino final hacia las campañas electorales del PRI. No se trata de promesas, sino de un compromiso sellado con la sociedad civil: fortaleceremos, apoyaremos y mejoraremos el Sistema Nacional Anticorrupción y llevaremos ante la Fiscalía independiente y autónoma, todos los casos de saqueo y corrupción que han afectado a la ciudadanía este sexenio. Que haya cárcel para quien lo merezca, según procedan las investigaciones de la Fiscalía, que se recuperen los recursos robados y se devuelvan al pueblo de México. Ése es el compromiso de Ricardo Anaya y de Por México al Frente.

La diferencia con el otro candidato es que ya pactó con el partido y el sistema a los que quiere suceder. Prematuramente seguro de su triunfo, no quiere ningún obstáculo y ya promete impunidad a los funcionarios del gobierno actual. Si en su discurso ya había anunciado que perdonará todos los casos de corrupción de este sexenio, protegerá a Enrique Peña Nieto y “sólo mirará para adelante”, ya iniciaron las acciones concretas para salvar al gobierno de Enrique Peña Nieto. Yeidckol Polevnsky, presidenta de Morena, describió en televisión nacional a Raúl Cervantes, el candidato a Fiscal Carnal como un “extraordinario procurador”. Una manera de mandar un mensaje al presidente Peña Nieto: para reemplazar al ministro de la Suprema Corte de Justicia, José Ramón Cossío, que se jubila en noviembre, manda como candidato a Raúl Cervantes y Morena colaborará con su aprobación en el Senado.

De alguna manera tiene razón la vocera de AMLO: Cervantes es fuera de lo ordinario, candidato a Procurador, registró su Ferrari de cuatro millones de pesos en una casa deshabitada del estado de Morelos para evadir pagar la tenencia en la Ciudad de México: extraordinario. Formuló 29 controversias constitucionales contra la Constitución de la Ciudad de México, incluyendo la petición de que toda la Constitución sea declarada nula, sin haber leído la reforma constitucional de diciembre de 2015: extraordinario. A diferencia de las procuradurías de los otros paíes afectados por la corrupción de Odebrecht, el procurador Cervantes no hizo nada contra los actos de esa empresa y de personajes como Emilio Lozoya Austin contra Pemex: extraordinario. Pero Morena le quiere dar la seguridad al gobierno saliente de que tendrían por lo menos cuatro ministros en la SCJN para que no se pongan nerviosos.

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En el programa de radio y TV de Joaquín López-Dóriga, la presidenta de Morena describió en ocho ocasiones a Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, exsecretario general adjunto del PRI y actualmente en una cárcel de Chihuahua, como “preso político”. La vocera de AMLO ya elevó a Gutiérrez, acusado de desviar por lo menos 250 millones del presupuesto público de Chihuahua, a la categoría de Nelson Mandela. Lo cual es coherente con la descripción que hizo Alfonso Romo de Napoleón Gómez Urrutia, residente y ciudadano de Canadá para evadir la justicia mexicana, como “un perseguido político como Nelson Mandela”. No se trata de equivocaciones de la líder de Morena. Esto dijo en enero de este año: “Se llevaron con engaños a Alejandro Gutiérrez. Esto no tiene nombre…Se me hace tan perverso, tan sucio lo que le hicieron. Me tiene indignada: ¿dónde están los derechos humanos? ¿Dónde la presunción de inocencia?”.

Tampoco se trata de un exceso de la dirigente. Refleja la voluntad de López Obrador de, con tal de asegurar su triunfo, garantizar impunidad al gobierno saliente. Cuando capturaron al exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, AMLO se refirió a ese hecho como “una simulación y un chivo expiatorio”. Y en visita a Chihuahua este año, declaró que el gobernador Corral “era peor que César Duarte” y que no “había hecho nada”. Porque para él, combatir la corrupción mediante las instituciones y no con promesas voluntaristas es no hacer nada. Que nadie le toque al PRI ni al gobierno saliente: ganar a como de lugar. Nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y fb.com/ceciliasotomx.

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