Después de leer las hipótesis de los expertos que sí creen posible la incineración de los cadáveres en el basurero de Cocula, traduje rápidamente el testimonio de Filip Müller que incluí en mi artículo pero ahora un poco más completo aunque evito las partes más crudas y atroces. Incluí la mención a la grasa subcutánea, que había evitado originalmente por prudencia y evitar más dolor a los familiares de las víctimas. Además del testimonio de DeHaan en el Universal, no dejen de leer el artículo de Juan Pablo Becerra Acosta en Milenio hoy 7 de septiembre, que entrevista a otros dos expertos.
Filip Müller sobreviviente de los sonderkommando describe la incineración de cadáveres al aire libre en Birkenau/Auschwitz en el verano de 1944:
“En cuanto asomaron las primeras luces, el fuego se encendió en dos de las fosas en donde se apilaban 2,500 cuerpos uno encima del otro. Dos horas más tarde todo lo que se podía distinguir en las llamas blancas eran incontables formas carbonizadas y quemadas. Mientras que en los hornos crematorios, una vez que los cuerpos estaban completamente en llamas, era posible mantener una flama roja y constante con la ayuda de un abanico eléctrico, en las fosas el fuego sólo duraba hasta que el aire podía circular libremente entre los cuerpos. Cuando los cuerpos se fundían, no podía circular el aire de afuera. Entonces nosotros los fogoneros teníamos que verter constantemente combustible o alcohol de madera sobre los cuerpos ardiendo, además de grasa humana, que era recogida en grandes cantidades en canaletas…Durante el turno diurno, había en promedio 140 prisioneros trabajando en torno a los crematorios Iv y V. Y se empleaba a unos 25 cargadores para limpiar las cámaras de gas y llevar los cadáveres a las fosas…El proceso de incineración tomaba de 5 a 6 horas. Lo que quedaba apenas si llenaba una tercera parte del foso.” Filip Müller, Eyewitness Auschwitz: Three years in the gas chambers, citado en Images in spite of all, Georges Didi-Huberman, Chicago University Press
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